martes, septiembre 18, 2007

Terapia Sistémica: del Sistema estructurado a la construcción narrativa


Traemos al blog un articulo muy interesante que resume muy bien el origen y la evolución de la terapia sistémica


La publicación de los primeros enunciados de la teoría del Doble Vínculo por BATESON y cols. (1956) fue acogida con expectación e interés por la comunidad científica internacional. Desde un lugar muy señalado, el Palo Alto ubicado en el futuro Silicon Valley, donde una efervescencia de ideas y de proyectos estaba inventando el chip y desarrollando la industria de la información, una teoría de clara estirpe comunicacionalista se erigía en referencia novedosa frente al enigma de la esquizofrenia. Según esta teoría, la psicosis esquizofrénica y sus síntomas disociativos, delirantes y alucinatorios responderían a la imposibilidad de discriminar los tipos lógicos en personas sometidas a una comunicación "doblevincular". Ésta consiste en mensajes contradictorios (paradójicos) a niveles lógicos distintos, enmarcados en una relación de dependencia de la que no está permitido escapar. La imposibilidad de procesar esta comunicación propiciaría su elaboración psicótica. Pronto quedó claro que no se trataba de una simple propuesta etiológica entre tantas para la más grave de las psicosis, sino que lo que estaba naciendo era un nuevo modelo psicoterapéutico de decidida vocación clínica; un nuevo paradigma, empezarían a decir algunos. En efecto, el marco teórico comenzó a ampliarse con aportes decisivos, entre los que hay que mencionar los procedentes de la Teoría General de Sistemas de VON BERTALANFFY y de la Cibernética de WIENER, evidenciándose una nueva epistemología asentada sobre la dimensión relacional y la circularidad, en contraste con la causalidad lineal y la visión intrapsíquica. Desde la costa Este de Estados Unidos llegó otra aportación que, a la vocación clínica, añadió una perspectiva social coherente con la problemática que le servía de inspiración: la delincuencia, las adicciones y, en general, la desestructuración que sufrían tantas familias en los ghettos de marginación de ciudades como Nueva York o Filadelfia. MINUCHIN construyó su terapia familiar estructural como instrumento de intervención en familias que, en contraste con las de los esquizofrénicos, no llamaban la atención por sus peculiaridades comunicacionales, sino por sus singularidades en la organización y en la estructura: tendencia al caos jerárquico, disolución de las fronteras con el entorno o confusión entre los subsistemas. Del encuentro entre las escuelas comunicacionalista (también llamada pronto estratégica) y estructural surgieron el modelo sistémico y su emblemática aplicación clínica, la terapia familiar sistémica, que han conocido una implantación y un desarrollo muy importantes en las últimas décadas. Durante los años setenta y ochenta, la escuela de Milán, en torno a la figura de Mara SELVINI, se convierte en el principal centro productor de nuevas ideas sistémicas, desarrollando sucesivamente, de forma muy creativa, las más importantes propuestas comunicacionalistas (el uso de contraparadojas terapéuticas, capaces de neutralizar la potencialidad patógena del doble vínculo) y estructurales (diseño de complejas prescripciones comportamentales dirigidas a promover cambios radicales en la organización familiar) El artículo de SELVINI y cols. (1980) "Hipotetización, circularidad y neutralidad: tres directrices para la conducción de la sesión" fue el último trabajo conjunto del primitivo "Milan Team" y, de alguna forma, condujo a su división en dos: SELVINI y PRATA por una parte y BOSCOLO y CECCHIN por otra. Una división que no dejaría de ser fecunda, puesto que cada uno de los dos equipos resultantes habría de realizar aún algunas de sus más brillantes aportaciones. En el artículo citado están presentes algunos de los temas que marcarán la bifurcación, particularmente el tratamiento de la hipótesis como guía para explorar la realidad de la familia, pero también como expresión de la legítima subjetividad del terapeuta. Durante los años siguientes, SELVINI y sus nuevos colaboradores se decantarán por la búsqueda de una realidad familiar que permita comprender los juegos relacionales subyacentes a graves patologías psicóticas y alimentarias, mentras que BOSCOLO y CECCHIN expandirán los límites de la subjetividad terapéutica, convergiendo con autores como VON FOERSTER, MATURANA, KEENEY y muchos otros, en la formulación de una nueva orientación de la terapia familiar sistémica: el constructivismo. Un artículo de este último autor (KEENEY y SPRENKLE, 1982) levantó una polémica cuyo reflejo en Family Process (la revista decana de la terapia familiar) a lo largo de 1982 equivaldría a una radiografía del campo sistémico durante la década de los ochenta. De una parte los pragmáticos, interesados en la terapia en tanto que conjunto de técnicas eficaces. De otra parte los estetas, reivindicadores de la terapia como arte y preocupados por no manipular a sus clientes imponiéndoles sus propios puntos de vista. La visión de estos últimos es la del constructivismo, cuya irrupción en la terapia familiar inaugura la era postmoderna en el modelo sistémico. Como evolución natural del constructivismo, y siempre en la línea de la postmodernidad, durante los años noventa se ha abierto paso el socio-construccionismo, que mantiene la bandera de la subjetividad del terapeuta frente a una objetividad imposible. La realidad es una construcción social y los síntomas tienen sentido en un determinado contexto narrativo, perdiéndolo si desaparece la narración que los sustentaba. Por eso la terapia es una conversación co-creadora de nuevas narrativas, que son, en definitiva, nuevas realidades. Durante sus cuarenta años de vida la terapia familiar sistémica no ha cesado de evolucionar, pero, probablemente, aquello que mejor la define a lo largo de las diferentes etapas es el diálogo constructivo entre pragmática y estética, que pone al servicio de las familias y de sus miembros una sutil combinación de arte y técnica.

Juan Luis Linares

miércoles, septiembre 05, 2007

El poder de las palabras


Hace bastante tiempo, de los años de estudio en la facultad de psicología, puedo recordar, claramente, la frase que utilizó un profesor para cerrar una de las eternas discusiones sobre la naturaleza y efectividad de las psicoterapias. Este profesor exclamo: “Nunca olviden que las palabras curan y han curado siempre”. Esta afirmación se grabo en mi cerebro y ha estado presente en todos mis años como profesional de la psicología.
Pienso que efectivamente las palabras, escritas o vocalizadas, tienen un poder inmenso. Pero este poder puede ser terapéutico y sanador o puede ser utilizado como instrumento para generar angustias, miedos y barreras que impidan el desarrollo sano de la vida de los seres humanos.
En nuestro día a día, somos emisores y receptores constantes de palabras, incluso cuando dormimos, los sueños se constituyen como una especie de “batidora intrapsiquica” en la que somos emisores y receptores al mismo tiempo, aunque en ocasiones podamos tener una sensación de intersubjetividad solo podemos hablar de esta en nuestro estado de vigilia y especialmente cuando estamos en relación con el otro.
Como emisores/receptores tenemos una gran responsabilidad en la construcción compartida del significado de un primer mensaje emitido. Hace tiempo leí textos de autores sistémicos pertenecientes a la Escuela de Milán en los que explicaban como utilizaban una técnica muy sencilla pero a la vez muy efectiva con sus pacientes. La técnica consistía en intentar rebajar sutilmente el grado de malestar expresado en el discurso del paciente. Así si la persona consultante se expresaba en términos de “me siento muy mal” el terapeuta respondía “se siente usted mal”. Con esta estrategia tan simple se conseguía construir un discurso diferente al que les había llevado a la terapia.
Me gustaría acabar proponiendo un ejercicio a todo el que haya leído este artículo: intenten ser conscientes de la importancia de las palabras que emiten y de las que no emiten y propónganse hablar todos los días con alguien con la que no suelen hacerlo y pregunten como se sienten y feliciten por los éxitos y respondan a las curiosidades de los demás (si no son muy personales, claro). Recuerden:

La palabras son vida, la vida son palabras.

¿Qué somos?, ¿qué es lo humano?




"...pensamos en lo humano, en el ser humano,
como un ser racional, y frecuentemente declaramos en nuestro discurso que lo que distingue al ser humano de los otros animales es su ser racional."

"...al declaramos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones, y no vemos el
entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro vivir humano, y no nos
damos cuenta de que todo sistema racional tiene un fundamento emocional."

" Lo humano se constituye en el entrelazamiento de lo emocional con lo racional. Lo racional se
constituye en las coherencias operacionales de los sistemas argumentativos que construimos en el
lenguaje para defender o justificar nuestras acciones. Corrientemente vivimos nuestros argumentos
racionales sin hacer referencia a las emociones en que se fundan, porque no sabemos que ellos y
todas nuestras acciones tienen un fundamento emocional, y creemos que tal condición seria una
limitación a nuestro ser racional."






Emociones y Lenguaje en educaciony politica. Humberto Maturana